Era un secreto a voces: casi todo el mundo en el Gran Teatro de La Habana sabía que al final de la gala dedicada al maestro Ernesto Lecuona, ocurriría algo extraordinario. En el programa de mano no había ningún indicio, pero el rumor crecía.
Por fin, en el intermedio, un locutor anunció que después de la última obra programada, figuras históricas de la compañía realizarían un homenaje a la memoria. Pero el nombre de Alicia no fue mencionado.