Sobrevive en Washington el viejo reducto de la guerra fría.

Juan C. Díaz Osorio

Al mismo tiempo que el impeachment acosa a la mandataria carioca, Dilma Roussef, el candidato Trump arrolla en la carrera por la Casa Blanca y un nuevo cúmulo de migrantes atorado en suelo de países centroamericanos ocupa a funcionarios de sus respectivos gobiernos, controvertida Ley de Ajuste Cubana permanece inhiesta como símbolo de las cosas que no van a cambiar.

El fracasado senador republicano de EE.UU., Marco Rubio, trasquilado en su desempeño presidencial pese al respaldo de los grupos más conservadores de su partido, dio otro paso en falso hace poco tiempo al lanzarse en pro de modificar ese engendro «legal» – al decir de los más radicales-, en acto de orfeón con el también desafinado Carlos Curbelo, representante del mismo partido por Florida.

Obama ha removido varios pilares de la ya obviamente obsoleta política hacia Cuba, pero los privilegios para los cubanos que llegan ilegalmente a suelo americano no podrán abolirse so pena de perder jugosas donaciones que fluyen a sus arcas desde quienes quieren desangrar a La Habana, y el respaldo de los que se afanan en denigrar a la nación caribeña bajoel halo de sufrimientos que los turistas del norte no ven, a diferencias de las carencias económicas evidentes a los ojos de los visitantes.

Lo que incomoda a Rubio y sus aliados en este intento es que los «perseguidos políticos» cubanos son súbitamente curados por el aire norteño y regresan con dinero a la nación caribeña, sin miedo a la represión que los hizo partir; ilustrando una dicotomía imposible de comprender.

Sin otro remedio, esta ley continuará como siniestro responsable de la muerte en el estrecho de la Florida, del atolladero migratorio en Centroamérica y las diferencias entre cubanos y sus iguales latinoamericanos llegados irregularmente a Estados Unidos, sin que se pueda quitar, además, porque sin ella el Tío Sam no tiene forma de resolver el estatus para los cubanos en ruta hacia el norte y, lo que es peor, tendría que deportar -igual que a mexicanos y centroamericanos- a todos los cubanos que fueron «ajustados» o aun permanecen como refugiados.

Por ello atinadamente los funcionarios de la Administración repiten que no prevén cambios en ella y la que venga también que mantenerla porque Estados Unidos no tiene a corto plazo forma de salir de esa trampa. De tal suerte, más allá de los deseos, sobrevivirá la Ley de Ajuste Cubano.

Publicado el 09/05/2016 en Cuba, EE.UU. y etiquetado en , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

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