Isla
Isla es el nombre del nuevo disco de Lien y Rey. Sin embargo, escúchenlo bien, este no es solo el título de un álbum de trova. Isla, para decirlo claramente, es todo un documento generacional que engloba las inquietudes viscerales y profundas sobre este país de un dúo de trovadores, que, sin andarse por las ramas, han publicado un disco que marca significativas pautas en la trova cubana de hoy y retoma un camino en la canción de autor que debería haber sido transitado en mayor medida por las nuevas generaciones de juglares cubanos.
Es un disco con un lenguaje valiente, crítico y directo que pone en perspectiva el presente y futuro de un país al tiempo que habla de nosotros mismos, de nuestra posible participación en una sociedad cambiante, de lo que podemos emprender para construir una nación con un mejor futuro, sin temor, para conseguirlo, a seguir nuestro propio rumbo, nuestros propios dictados espirituales, esos que aprendimos desde temprano, pero que con el paso del tiempo, han ido variando irremediablemente. Por fortuna, como se escucha en estas canciones, esos iniciales contenidos simbólicos se continúan infiltrando en el imaginario de una generación para mantener utopías que pugnan por despertar y borrar los destinos inciertos.
Este álbum, como se dijo, abre las paletas de colores en la trova cubana y expande el discurso de los juglares más recientes, con una perfecta imbricación vocal entre ambos trovadores, un alto nivel en los arreglos y en las orquestaciones y un discurso de profundo lirismo. Es un material que habla desde abajo, desde el fondo, desde los rincones, desde los edificios esquinados en algún barrio humilde, mientras trata de descifrar las incógnitas de esa compleja álgebra emocional que es Cuba.
Son varias las canciones que recogen ese entramado espiritual y social que a todos los que conservamos algún grado de honestidad nos inquieta y hemos debatido en bares o reuniones de amigos. Pero hay que aguzar el oído cuando escuchamos Isla, el tema que da título al disco, Zapateo provinciano, Gracias por nada, Luna #3 Preguntándole a Violeta Parra, cuatro títulos esenciales del séptimo álbum de este dúo formado por la cantante, guitarrista, chelista y compositora matancera Lien Rodríguez López y el cantante, compositor y arreglista bayamés, Rey Pantoja Vergara.
En estos títulos Lien y Rey cantan las urgencias dejadas por el paso del tiempo, la rutina y el desamor que muchas veces nos carcome desde las entrañas. Lo hacen con textos audaces acompañados en varios momentos por la utilización de una amplia variedad de instrumentos que le otorgan una vasta riqueza rítmica al disco, como la flauta traversa, andina, cello, darbuka, zampoña, darka, piano, cuarteto de cuerdas, bajo, batería o percusión, defendidos, entre otros por instrumentistas como Héctor «Pepo» Herrera Álvaro y Marcos Morales Valdés.
En el álbum, publicado por la disquera Colibrí, estos trovadores de espíritu hippie y nómada también muestran una evidente intención de retomar géneros tradicionales cubanos que durante mucho tiempo se perpetuaron en diversas zonas de la trova. Lo interesante es cómo logran hacerlo con arreglos hilvanados desde una mirada muy contemporánea y textos , a veces intempestivos, a veces reposados, en los que Lien y Rey hablan de todo, incluso del amor, sin ponerse trascendentes ni dejarse arrinconar por discursos al uso.
Pero, atención, el amor para estos músicos que hacen pareja en el arte y en la vida, es un sentimiento irredento que sirve para tenderle la mano al otro como si se tratara de un acto de justicia con uno mismo y para glorificar a los seres humanos que viven sin aparentar lo que no son.
Dicho esto se deben escuchar con detenimiento temas como El llanto es agua, con un profundo carácter existencial, Cuanto ( en el que tienen como invitado a Silvio Rodríguez) y Ojos amarillos. Son canciones en las que Lien y Rey se aferran a los recuerdos, a la familia y a su hijo como un salvavidas. Como si fuera la manera más eficaz de escapar de algún desierto emocional que los aprisiona. Y de algún modo muy particular logran sortear el abismo y encontrar su propio paraíso personal en su entorno más cercano…
En los últimos meses he tenido la suerte de que cayeran en mis manos dos obras maestras de la trova cubana. Cara o cruz, de Leonardo García e Isla, de Lien y Rey. Son trovadores prácticamente sin repercusión en el público y los medios, pero con una obra de factura impecable y con canciones que, si se comprenden bien, es decir, sin estrecheces mentales, podemos escuchar en ellas, tanto en lo profundo como en la superficie, las preocupaciones de una generación y un grupo de artistas cubanos que prefieren no desconectarse de la realidad, aunque, vivan en el anonimato.
(Tomado de Granma)
Publicado el 08/11/2016 en Cuba, Culturales y etiquetado en cuba, isla, Música cubana, Silvio Rodríguez. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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