El dolor por la muerte del Comandante en Jefe

Por Sofía Reyes

Fidel Castro ha muerto, y Cuba entera y el mundo están de luto. Un dolor inmenso tenemos en el centro del pecho, no hay ni habrá calmante que nos alivie. Sabíamos que eso podría suceder, no sabíamos cuándo, pensamos que demoraría más… ¿Cómo prepararnos para su muerte? Para la muerte de un ser querido nunca nadie está preparado. Todavía nadie cree que se fue y es porque no se ha ido, está en el niño que va a la escuela, en el médico, en el estudiante universitario, en cada mujer cubana, en el hombre que se operó de la vista, porque no veía y ahora ve, en el latino que no sabía leer y ya sabe, todo gracias a Fidel.

Es una sensación extraña la que sentimos, de vacío, de tristeza, pero a pesar de todo estamos conscientes de algo y es que vamos a defender las conquistas logradas por las que él luchó, por las que se arriesgó una y otra vez, sin miedo, con esa valentía que lo caracterizó siempre. Hay montones de Fidel en el pueblo de Cuba y el universo, millones como él que harán lo que sea necesario por la Revolución cubana. Si sus enemigos no pudieron con él cuando estaba vivo, menos podrán después de su partida, porque renacerá una y otra vez sin cansancio, en cualquier parte del lugar.

Una niña en la calle pregunta a la madre si es cierto que el abuelo Fidel ha muerto y ella le contesta, “sí, es cierto, pero mira ese lucero que está en el cielo, ese es Fidel que nos mira desde ahí y como un fiel guardián nos protege, nos guía a nosotros y a su hermano Raúl para seguir adelante.”

Yo creo que Fidel  eligió el día que quería partir, sesenta años después de que partiera desde Tuxpan en el yate Granma para iniciar el camino que lo llevó hacia el triunfo de la Revolución cubana, esta vez el camino fue otro, hacia la eternidad.

El Comandante en Jefe se ha ido físicamente, pero se ha multiplicado en miles de corazones.