La democracia socialista cubana (Parte I)
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Por Miguel Angel García Alzugaray/ Razones de Cuba
“La Revolución es la obra de todos, la Revolución es el sacrificio de todos, la Revolución es el ideal de todos y la Revolución será el fruto de todos.” Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en Güines, 29 de marzo de 1959
La principal cualidad del Sistema político cubano es su capacidad para el constante perfeccionamiento, en función de las necesidades planteadas para la realización de una participación plena, verdadera y sistemática del pueblo en la dirección y el control de la sociedad, esencia de toda democracia.
De conformidad con este principio, la amplia participación de nuestro pueblo en el proceso de debate del proyecto de la nueva Constitución de la República es, sin dudas, la mejor prueba de que en Cuba la democracia es un hecho incuestionable y no una falacia como ocurre en tantos lugares del planeta, comenzando por los Estados Unidos.
El término democracia proviene del antiguo griego y fue acuñado en Atenas en el siglo V a.n.e. a partir de los vocablos demos, que puede traducirse como «pueblo» y krátos, que puede traducirse como «poder» o «gobierno».
Algunos pensadores consideran a la democracia ateniense como el primer ejemplo de un sistema democrático, pero otros han criticado esta conclusión, argumentando por un lado que tanto en la organización tribal como en antiguas civilizaciones en todo el mundo existen ejemplos de sistemas políticos democráticos, y por otro lado que solo una pequeña minoría del 10% de la población tenía derecho a participar de la llamada democracia ateniense, quedando automáticamente excluidos la mayoría de trabajadores, campesinos, esclavos y las mujeres.
Pero la democracia es más que el poder del pueblo, es un sistema socio político y económico de personas libres e iguales; no sólo libres e iguales ante la ley, sino en las relaciones sociales en la vida cotidiana.
Existen varias vías o concepciones sobre la aplicación del término de cómo conformar una democracia directa, donde el pueblo es quien toma todas las decisiones ejecutivas y legislativas, o la democracia representativa, donde el pueblo por medio de votación popular escoge las autoridades que representarán a la ciudadanía en la toma de decisiones.
La farsa de la democracia representativa burguesa
En la ciencia burguesa, al caracterizarse la democracia por lo común, no se va más allá de aducir esos rasgos formales al margen de las condiciones económico-sociales de la vida de la sociedad y del estado real de las cosas. Surge, como resultado, la idea de la denominada democracia «pura», compartida por oportunistas y reformistas.
No obstante, en las democracias burguesas las posibilidades de utilizar todos los derechos e instituciones, se reducen por todos los medios para las amplias masas de trabajadores.
Por eso tal vez fue Juan Jacobo Rousseau, más que ningún otro, quien en ese contexto desarrolló la concepción más valedera de la democracia, al sostener que no podría ser realmente libre quien no se gobernara a sí mismo. “La soberanía no puede ser representada por la misma razón de ser inalienable, consiste esencialmente en que la voluntad no se representa, es una o es la otra”.Convierte de esta forma a la voluntad popular en presupuesto democrático.
Sin embargo, todo el aparato democrático de la república burguesa está estructurado de modo que pueda paralizar la actividad política de las masas y desplazar a los trabajadores de toda intervención en la vida política. Por otra parte, nada hay que garantice la vigencia de los derechos políticos formalmente proclamados, y las instituciones representativas sirven sobre todo para encubrir los objetivos reales de la política que la clase dominante lleva a cabo.
La realidad es, no obstante, que toda democracia, como forma de organización política de la sociedad, «sirve, en última instancia, a la producción y está determinada, en último término, por las relaciones de producción de la sociedad dada».
Ello hace que sea necesario tener en cuenta el desarrollo histórico de la democracia, su dependencia directa del cambio de las formaciones económico-sociales, del carácter y dureza de la lucha de clases. En las formaciones clasistas, la democracia aparece como forma de la dictadura de la clase dominante; posee, en consecuencia, un carácter de clase y de hecho existe sólo para los miembros de aquella clase. Así, en la sociedad burguesa, la democracia constituye la forma del dominio de clase de la burguesía.
Así, al considerarse que en un Estado moderno no es posible que las personas se gobiernen a sí mismas, en la práctica significa, gobierno de los representantes del pueblo. Se sitúa entonces la representación como única vía de realización democrática posible y comienza a negarse la esencia misma de la democracia. La soberanía nacional se agota con el sufragio universal y con éste las posibilidades de participación ciudadana, lo que trae como consecuencia que la democracia en puridad se vaya quedando al borde del camino.
Como en la actualidad, en el Estado moderno burgués, los ciudadanos están representados a través de los partidos políticos, no parece vislumbrarse una solución en este tipo de democracia, en relación con la representación y su mandato en particular, toda vez, que la representación en lugar de ser una expresión de la voluntad nacional, se convierte en un instrumento para crear, para dar existencia a dicha voluntad. Por ello, no es posible identificar la voluntad de la nación con la de sus representantes.
El sistema representativo no es verdaderamente democrático, si entendemos la democracia como el gobierno del pueblo. Lo único que hace el pueblo es escoger a unos individuos u organizaciones sobre los que después no tiene ninguna capacidad de control, que además incumplen de forma sistemática sus propios programas electorales. Es un sistema que no funciona y que, en último término, solo sirve para que las élites mantengan sus privilegios y tomen decisiones que perjudican a la mayor parte de la población.
La manera de evitarlo es que sea la población en su conjunto la que tome las decisiones más importantes. Si se equivoca, al menos será dueña de su propio destino, en vez de dejarlo en manos de quienes no comulgan con el interés general. También es de esperar que, cuando los ciudadanos tomen conciencia de la relevancia de su opinión, hagan un esfuerzo por informarse sobre aquellos asuntos que ignoran y que afectan a su existencia.
Es un rasgo característico de la democracia burguesa la existencia del parlamentarismo, o sea, la división del poder legislativo y del poder ejecutivo, con una manifiesta tendencia a aumentar el papel de este último. En la época imperialista, se produce en los estados burgueses un giro de la democracia a la reacción política.
Democracia participativa
Democracia participativa es una expresión amplia, que se suele referir a formas de democracia en las que los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de decisiones políticas que es la que les otorga tradicionalmente la democracia representativa, esta última es una de las democracias más usadas en el mundo. Implica una participación ciudadana intermedio entre democracia representativa y la democracia directa
Puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. En la actualidad se manifiesta usualmente por medio de referendos o plebiscitos que los representantes elaboran como iniciativas de consulta, que luego los ciudadanos presentan a los representantes.
En una etapa más avanzada, el proyecto fundamental de la democracia participativa es la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios … Sin negar que todo sistema democrático eventualmente ha de descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado.
La democracia participativa, es la soberanía popular la cual se hace tangible en el ejercicio de la voluntad general, la cual no puede enajenarse nunca, y el soberano, que no es sino un ser colectivo, no puede ser presentado mas que por si mismo: el poder puede ser transmitido pero no la voluntad. La consecuencia es lógica: si la soberanía reside en el pueblo y este acepta obedecer a un poder distinto, por ese mismo acto se disuelve como pueblo y renuncia a su soberanía. La soberanía popular, reunida en asamblea pública de ciudadanos, (Asamblea constituyente) única.
Los principales efectos positivos que tiene este sistema político son:
- Aprovecha las experiencias y la capacidad de todos. La sociedad funciona mediante una red que interrelaciona al gobierno, las diversas comunidades, los grupos de intereses, los sectores y las instituciones. Además, los ciudadanos tienen un conocimiento mucho más íntimo a nivel local de las necesidades de la población que ningún grupo de políticos desde un gobierno altamente centralizado.
- Promueve la legitimidad. Las instituciones, los organismos sectoriales, las empresas y los gobiernos acabarán por apreciar que tienen mucho que ganar en confianza, apoyo y colaboración de parte de los ciudadanos si los incluyen de alguna forma en sus decisiones. Los propios ciudadanos tienen una mayor facilidad de promover iniciativas destinadas a hacer más eficaz el medio en que se desenvuelven.
- Desarrolla nuevas capacidades. La participación desarrolla la capacidad de las personas de trabajar en colaboración con los demás, de identificar prioridades y de lograr que las cosas se hagan y los proyectos se realicen. La actividad participativa los convierte así en mejores ciudadanos.
Una de las razones fundamentales para promover la democracia participativa consiste en que tal sistema ofrece al ciudadano una capacidad de participar en decisiones orientadas a desarrollar una economía socialmente justa y humanista. Esto promueve un ambiente de cooperación porque se aprecian directamente las consecuencias de tales decisiones para todos y cada uno de los miembros de la sociedad.
La democracia participativa auténtica hace énfasis muy especial en dar voz a los individuos y a las comunidades, cuyas opiniones, anhelos y aspiraciones rara vez hallan eco o atención en los mecanismos tradicionales de la democracia representativa.
En este sentido, la democracia socialista constituye la forma más elevada de democracia, es la auténtica democracia para la mayoría del pueblo, para las amplias masas trabajadoras. Su base económica radica en la propiedad colectiva de los medios fundamentales de producción.
La democracia socialista asegura con garantías materiales los derechos de los ciudadanos en el orden legislativo. Así, en la sociedad socialista, el derecho al trabajo no sólo se proclama, sino que, además, se consolida mediante la ley y se asegura realmente gracias a que se ha liquidado la explotación, se ha acabado con el paro forzoso, se han abolido las crisis de producción, etc. En eso estriba la diferencia radical entre el democratismo de la democracia socialista y el de la burguesa.
Publicado el 31/08/2018 en Cuba y etiquetado en cuba, Fidel Castro, Juan Jacobo Rousseau, Revolución cubana, Socialismo. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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