La Dolce Dimora de Napoleón en #Cuba
Por Lisbet Penín Matos/ Razones de Cuba
La Dolce Dimora, ubicada en la intersección de las calles San Miguel y Ronda en el Vedado habanero, es una de las joyas arquitectónicas de esta ciudad que próximamente cumplirá su quinto centenario. Este palacete fue propiedad del italiano Orestes Ferrara, pero…
¿Cómo y por qué llegó a Cuba?
Ferrara seguía ideas garibaldinas y un día decidió salir de su posición mediana en Nápoles, con un amigo, para aventurarse e ir a un lugar donde se estuviera desarrollando alguna guerra importante. En aquel momento esas tierras eran Creta y Cuba. Al tiro de una moneda, siempre salió Cuba, desembarcaron por la región central en 1897 y fueron recibidos por José Miguel Gómez.
Se incorporó a la Guerra Necesaria y cuando esta finalizó, ya Ferrara tenía los grados de Coronel del Ejército Libertador. De acuerdo con la especialista Irina Recio Salles, el actual Museo Napoleónico, se construyó entre 1926 y 1929, ordenado por Ferrara, quien deseaba un palacete inspirado en su natal Italia. Las relaciones de Ferrara hizo en la guerra, y su vasta cultura le permitieron ascender en la escala política de Cuba. Detalla la especialista, que fue historiador, escritor, periodista y dueño de “El Heraldo” de Cuba, uno de los periódicos más impor- tantes de la época.
La Dolce Dimora estaba casi terminada en el año 1929, solo que en 1933, Ferrara, quien se desempeñaba como Secretario de Estado del gobierno de Machado huyó junto al dictador y no regresó definitivamente nunca más.
La construcción consta de cuatro niveles, y cada uno con una función específica según las costumbres de la época. Cuando triunfó la Revolución, la casa pasó a propiedad del estado por intermedio de Natalia Bolivar, quien ocupaba el cargo de subdirectora del Museo Nacional de Bellas Artes. Y así los curadores comenzaron a trabajar en la colección, que le da tema al museo.
Julio Lobo nació en Venezuela y llegó a Cuba en 1900. Relata Irina Recio que estudió Agronomía en Estados Unidos, y comenzó a trabajar con su padre en la compañía de importaciones Galván&Lobo. Julio profundizó en el negocio del azúcar y fue conocido como el Zar del azúcar.
Era propietario absoluto de 14 ingenios azucareros en Cuba y afuera aproximadamente más de 20 mil caballerías de tierras sembradas de caña en Estados Unidos, Puerto Rico, Brasil, Filipinas. Su obsesión era Napoleón. Lobo dedicó parte su fortuna a comprar, en las mejores casas de subasta de Paris y Nueva York, piezas que salieran del tema Napolón: estilo neoclásico, estilo imperio, siglo XIX francés, y las trasladó para Cuba.
En el año 60, el proceso de nacionalización intervino en las propiedades de Lobo, quien salió de Cuba. La colección fue trasladada para La Dolce Dimora, también por mediación de Natalia Bolívar, quien tenia relaciones de parentesco con Lobo.
Estos son los orígenes del Museo Napoleónico, único museo de su tipo en América Latina y al decir de la princesa Lis de Foresta, quien tiene el título nobiliario de princesa Napoleón, “en Cuba se encuentra la colección más bella y más completa del tema de Napo- león fuera de Francia”.
CURIOSIDADES
Piezas más interesantes
En la colección de pintura están los mejores artistas del siglo XIX entre ellos el retrato que se hizo a Napoleón cuando era 1er Cónsul, para el cual posó, realizado por Andrea Apiani, pintor milanés. En el segundo piso hay una lámpara que fue un regalo que le hizo Napoleón a su 1ra esposa Josefina, ella era martiniqueña, nacida en El Caribe, fue la caribeña que llegó a Francia para convertirse en emperatriz. Esa lámpara Napoleón se la ordena a los arquitectos del estilo imperio a los señores Percie y Fontaine. Es uno de los primeros diseños de las lámparas araña de salón, las 18 luces están en forma de cuernos de la abundancia y fue ordenada a finales del siglo XVIII (1796).
Luego de su divorcio con Napoleón, Josefina se la llevó para el palacio que ella compró y que se convirtió en una verdadera pradera de la flora y la fauna del mundo porque ahí llegaron las mejores especies en Francia y fue subastada, y comprada por Lobo.
La mascarilla mortuoria hecha por Francisco Antomarqui, quien fue el último médico de cabecera de Napoleón en Santa Elena. Era corso, igual que Napoleón. Fue realizada a partir del molde de la original que hizo en Santa Elena. 12 años después de la muerte, va al molde de la original que tenían los esposos Beltran y de ahí saca algunas piezas para obsequiar a la familia, a los mariscales. Esa la trajo el médico de Napoleón a Cuba. La huella más importante que nosotros tenemos de la presencia de Napoleón en Cuba no es solo la colección, sino Antomarqui en Santiago de Cuba.
La mascarilla se la obsequia a la familia Portuondo en Santiago, que le permitió instalar su consultorio médico en Santiago, donde murió tan solo 4 meses después, luchando contra la epidemia de la fiebre amarilla que se desató en esa ciudad. Sus restos están en Santa Ifigenia.
Un reloj de bolsillo, que usó Napoleón en Santa Elena. Fue un obsequio de bodas para Raúl Castro y Vilma Espín realizado por la familia del médico de Napoleón, el primo hermano de Anto- marqui, que es quien lo invita a Cuba. Vila es descendiente de una de las familias francesas radicadas en el oriente cubano a raíz de la emigración de Haití. El reloj, Raúl lo donó a la colección del museo.
Un mitón que perteneció a la segunda esposa de Napoleón, un pañuelito feme- nino con las iniciales de María Luisa, y una tabaquera coronada, de Josefina.
Hay una sala que esta contigua al gran salón era la capilla del palacio. Tiene a ambos lados 2 frases en latín.
La biblioteca es una arquitectura criolla, conocida como arquitectura a lo propio.
Tiene trabajos con lozas policromadas sevillanas, por eso en el piso hay escu- dos de sevilla, Castilla, León, Aragón, hay imágenes de Miguel de Cervantes y algunas de los personajes de su obra cumbre. Don Quijote con Dulcinea y Sancho Panza.
Publicado el 01/10/2018 en Curiosidades y etiquetado en Brasil, cuba, Dolce Dimora, estados unidos, Filipinas, Nápoles, Puerto Rico, Vedado. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.
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