Republicanos o demócratas: la pretensión contra #Cuba es la misma

 

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La obsesión de Estados Unidos por poseer y dominar a Cuba es casi más vieja que andar a pie. Nos lo recuerda Elier Ramírez, al decirnos que esa intención comenzó «a configurarse desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX», para acentuar que Cuba y Estados Unidos jamás han tenido relaciones normales.

Sin embargo, esa normalización de vínculos civilizados, sobre la base del respeto a la soberanía de ambas naciones, sí ha sido una voluntad desde el inicio de la Revolución Cubana. Nadie hizo más en esta gesta, ya de 60 años, que su propio Jefe. El segundo viaje al extranjero de Fidel fue justamente a Estados Unidos, en abril de 1959, respondiendo a una invitación de la Sociedad Americana de Editores de Periódicos. Pero la posibilidad de un encuentro con el presidente Eisenhower estaba frustrada desde que este se enteró de la visita, pues indagó con el Consejo de Seguridad Nacional si se le podía negar la visa al líder revolucionario.

Fue Richard Nixon, entonces vicepresidente, quien lo recibió y dejó escrito en sus memorias sobre el encuentro: «salí de la reunión con el líder cubano convencido de que había que derrocar al gobierno revolucionario de la Isla de inmediato».

Recordemos que se trataba de abril de 1959, ni se había firmado la Ley de Reforma Agraria ni adoptado otras medidas que dañaran la insaciable sed dominadora del imperio y ya el gobierno estadounidense no quería saber nada de la nueva Cuba, que tampoco era, en ese cuarto mes de aquel año, socialista.

Pero lo que sí existía ya en ese momento era la operación Mockingbird, de la CIA, bajo el mando de Frank Wisner, de la dirección de Planes de la propia Agencia. Y como si fuera la hoy Task Force (fuerza de tarea) de internet contra Cuba o las fake news (noticias falsas), aquel procedimiento de inteligencia consistió en el reclutamiento de un grupo de periodistas de influyentes medios para difundir informaciones manipuladas y sembrar matrices de opinión. Para ello crearon las noticias falsas y tergiversaron la realidad, con el único objetivo de aislar a Cuba.

Un año después, el 6 de abril de 1960, llega el subsecretario de Estado Lester Mallory con el documento secreto para su Presidente: «La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…). No existe una oposición política efectiva (…). El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno (al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…). Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno».

Era el embrión y esencia del bloqueo económico, comercial y financiero y la antesala de la ruptura de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, lo cual se produjo el 3 de enero de 1961, y el lobby de la agresión de abril de ese mismo año por Playa Girón.

El memorando de Mallory, el modo de actuar de la operación Mockingbird, el recrudecimiento del bloqueo con su extraterritorialidad y sus calumnias, lo cual además es el principal impedimento para una verdadera normalización en las relaciones entre los dos países, y los planes de subvertir el orden en Cuba, han sido las maneras de actuar de los últimos 12 presidentes del país más poderoso del planeta, las cuales han encontrado, también desde entonces, la victoria de un pueblo que jamás se ha puesto de rodillas.

Y no importa si los jefes de esas administraciones han sido demócratas o republicanos, azules o rojos, para Cuba y también para Latinoamérica hay un solo color político, el de la pretensión de poseerlas.

Arnold August, escritor, periodista y conferencista canadiense, nos deja claro que en esa línea el imperio es uno solo: «El sistema bipartidista y el “menor de dos males” están arraigados en la conciencia de muchos estadounidenses y de muchos en Occidente y en el Sur, como, por ejemplo, en América Latina, inundada con esta característica de la cultura política estadounidense. Todos los medios corporativos estadounidenses están unidos en la actual cacofonía diaria para presentar un ala del sistema bipartidista como la “izquierda” (el Partido Demócrata) y la otra como la “derecha” (el Partido Republicano). No son pocos los periodistas y analistas que sucumben ante esto».

Hoy sigue el bloqueo, se ataca a Cuba con fondos millonarios para subvertir el orden, se le sitúa en una troika del mal junto a Venezuela y Nicaragua; se le calumnia y se le miente al mundo, como lo hizo el Gobierno estadounidense con los supuestos incidentes sónicos que afectaron a sus diplomáticos en La Habana; por esa misma razón se ensancha, por las medidas unilaterales de la actual administración, aún más la distancia entre las familias cubanas; falsean la realidad al decir que Cuba no es un país seguro, cuando sus propios ciudadanos afirman lo contrario… y sin embargo hay embajadas en los dos países.

Hay relaciones sí, y justo a 60 años de Revolución, el General de Ejército Raúl Castro Ruz expresó el pasado 1ro. de enero que: «Reitero nuestra disposición a convivir civilizadamente, pese a las diferencias, en una relación de paz, respeto y beneficio mutuo con los Estados Unidos. También hemos señalado con toda claridad que los cubanos estamos preparados para resistir un escenario de confrontación, que no deseamos, y esperamos que las mentes más equilibradas en el Gobierno norteamericano lo puedan evitar».

¿Pero hay relaciones normales? Como afirmaba el historiador Elier Ramírez, seguimos sin ellas después de más de 200 años.

(Tomado de Granma)

Publicado el 09/01/2019 en venezuela y etiquetado en , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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