La enfermiza obsesión de los yanquis por destruir a la Revolución cubana, los ha empantanado en su política hacia Cuba. Ninguna iniciativa novedosa para cambiar su loca carrera de cercarla económicamente, aparece en el escenario estadounidense, ni siquiera bajo la administración de Barack Obama, a pesar del cambio de táctica que introdujo con el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
El desarrollo de programas subversivos para debilitar la ideología socialista se mantiene desde hace 60 años, junto a sus permanentes fracasos de fabricar una “oposición”, financiada, instruida y abastecida con cientos de millones de dólares, que al final enriquecen a la mafia terrorista anticubana de Miami y sostienen a una escuálida disidencia interna, que lejos de aumentar decrece y se fragmenta, ante las pugnas por obtener la mejor parte del dinero. Lee el resto de esta entrada