Donald Trump y la auto destrucción del imperialismo norteamericano
Escrito por Juan Carlos Díaz Osorio
Aunque el filosofo alemán Carlos Marx hace más de un siglo haya anunciado la autodestrucción del sistema imperialista como fase superior del capitalismo, seguramente por su mente nunca pasó que un señor nombrado Donald Trump, hoy presidente del gobierno de los EE.UU. Fuera su principal responsable e impulsor.
Una simple lectura a los fenómenos políticos que ocurren hoy día y su interrelación directa con el actuar irresponsable del señor Trump y las fuerzas “oscuras” que lo secundan, constituyen las causantes directas de la anunciada destrucción de este voraz imperio.
Nadie debe asombrarse si en unos pocos años ese drástico panorama político cambia como respuesta de la inmensa mayoría de los pueblos a esa brutal y criminal política imperial, en la que no solamente les va sus vidas sino incluso la subsistencia del planeta verde en que vivimos y que también está en peligro de destrucción debido en parte, a su irresponsable actuación a nivel internacional.
Ejemplos sobran para demostrar lo que este simple artículo desea mostrar, pongamos algunos ejemplos en el área latinoamericana y fuera de ella:
En Venezuela, el decadente imperialismo norteamericano ha probado todas sus armas para sacar del poder al presidente electo democráticamente Nicolás Maduro moros, incluyendo hasta su magnicidio. ¡qué horror! Solo la resistencia del pueblo venezolano con su unión cívico-militar ha puesto a raya a esa “fiera”.
En la republica federativa de Brasil, con el contubernio de fuerzas “oscuras”, algunas de ellas tal vez con altos salarios mensuales emitidos desde las oficinas en Langley, ee.uu (entiéndase CIA) pudo tronchar el proyecto político a la presidente Dilma Rousseff y también la candidatura presidencial de Luis Ignacio Lula Da Silva, utilizando la vía del golpe de estado judicial, al no representar ambos líderes los intereses del imperialismo norteamericano.
Como resultado de esa sucia jugada, colocaron en su lugar un personaje nombrado Jair Bolsonaro, un fascista de los nuevos tiempos, quien con sus posturas políticas y económicas ha evidenciado a las claras su condición de fiel servidor del imperio. Es de esperarse que con lula libre, el pueblo brasileño nuevamente retome las riendas del destino de su querido país.
Con relación a Nicaragua, otro tanto podría describirse de las artimañas del imperialismo norteamericano para sacar del poder por la vía violenta y la desestabilización del país al presidente Daniel Ortega. Solo la unidad del pueblo nicaragüense a su presidente y sus fuerzas armadas han impedido que ocurra semejante atrocidad.
Del caso cubano no haría falta casi ni hablar. Las personas que nacieron con la revolución cubana y que hoy sobrepasan los 60 años de edad, conocen como nadie de las vandálicas acciones norteamericanas para poner fin a esa genuina y auténtica revolución utilizando los más inusitados métodos, desde el cruel, criminal e injusto bloqueo económico, financiero y comercial, denunciado de manera reiterada por Cuba en la ONU y aprobado por la inmensa mayoría de países que la integran, hasta los más de 60 magnicidios contra la vida de su líder el doctor Fidel Castro Ruz y toda practica de terrorismo de estado en total contubernio con la extrema derecha cubano americana del sur de la florida, la misma que hoy día, como bien ha sido demostrado, financia y apoya los planes desestabilizadores de Washington en América Latina.
El caso más reciente y doloroso ha sido el de Bolivia, en el que con apoyo de la OEA y de los extremistas y racistas bolivianos, se puso Termino al gobierno del presidente evo morales y también a su candidatura como presidente del país para un nuevo mandato, mediante la ejecución de un golpe de estado que ha causado ya una treintena de muertos y cientos de heridos, sin visualizarse hoy día un futuro promisorio para ese país.
El decadente imperialismo norteamericano ha generado en esta convulsa situación en América Latina apoyado en los largos tentáculos de sus servicios especiales, quienes han fabricando el argumento de una supuesta y decidida lucha contra las fuerzas de izquierda; revelando así su propia decadencia e inferioridad como sistema.
Los movimientos sociales en chile, Colombia y otros países, contra los gobiernos de corte neoliberal asociados al imperio; el desequilibrio provocado por el gobierno de los EE.UU. En su relación político-comercial con países como china, Rusia, corea del norte, irán y hasta con sus “socios” europeos, condicionando tal relación de manera desventajosa para estos últimos, apuntan a que el conflicto crezca por día y que por tanto el tiempo de vida del imperialismo se reduzca en espacio y tiempo.
De manera simbólica, estaríamos hablando de un enfrentamiento entre “David” y “Goliat”, en el que el primero viene a estar representado por los pueblos de la inmensa mayoría de las naciones más débiles y menos fuerte y el segundo por la nación más rica y poderosa del mundo, que inconforme con su propio desarrollo y riquezas, trata vampirezcamente de apoderarse del mundo y sus recursos, lacerando lo más preciado de los pueblos, su dignidad.
Es de esperar que lo peor de este episodio para los EE.UU esté por venir todavía, hay quienes valoran que sus agravados problemas en política doméstica (juicio político al presidente Trump) e internacional, elevarán a planos superiores la división social interna a causa del enfrentamiento entre ricos y pobres, matizados por el aumento de la discriminación racial contra los afrodescendientes, latinos y otras nacionalidades que habitan ese país y por el descrédito de su propia política.
Algunos politólogos más aventurados aún, alertan sobre la posibilidad de que la batalla final contra el imperialismo se de allí donde resulte ser más débil o vulnerable, entiéndase embajadas norteamericanas y consulados fuera del país, empresas comerciales o sus filiales, bancos, oficinas de organizaciones dedicadas a la desestabilización de los países de su interés estratégico como la USAID, y otras dependencias., aplicándoles la llamada ley del Taleón. ¡Ojala que esto no ocurra nunca por el propio bien de las familias estadounidenses!
No deseo terminar este artículo, sin dejar de alertar y apelar a lo más noble de la sociedad norteamericana para que con toda la sabiduría y poder que le asiste, contribuya con su voto y su valiente actividad política a poner fin a ese macabro sistema y a construir otro más justo y equitativo, apuntalado en las ideas más revolucionarias de su padre fundador George Washington y en la convicción de que un mundo mejor es posible, remember Obama.
Publicado el 14/01/2020 en EE.UU. y etiquetado en Carlos Marx, CIA, Cuba en la ONU, Donald Trump, OEA, USAID. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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