
¿Se imaginan a la prensa mundial si esta imagen fuera tomada en una carcel de Cuba?
Por IROEL SANCHEZ.
De inmediato recordé la imagen incluida en uno de los libros de historia que me acompañaron en la escuela primaria: el barco negrero. Aquellos hombres hacinados, como piezas de una geometría perfecta hecha con seres humanos.
Aunque esta vez no se trataba de historia, sino de actualidad. Las imágenes que han recorrido el mundo desde las cárceles de El Salvador muestran cómo trata a sus desechos el sistema que se erige en modelo para el mundo. Cierto que son delincuentes, miembros de bandas criminales que ejercen una violencia extrema, fruto de las condiciones económicas y sociales que el modelo impuesto desde Estados Unidos a su «patio trasero» ha dejado muchas veces como única opción para los jóvenes de familias humildes. Pero nada justifica el trato humillante y casi animal a seres humanos, mucho menos su politiquera y demagógica exhibición mediática, como ha hecho el Gobierno salvadoreño. Sin embargo, los vigilantes de los Derechos Humanos en la región, aquellos que desde Washington sancionan países en nombre del respeto a lo que llaman «valores universales» no han tenido más que silencio ante semejantes hechos.