-Vamos, monta.
Gerardo Hernández Nordelo me invita a subir al vehículo que lo traslada de un lugar a otro para cumplir los múltiples compromisos que tiene diariamente. Estamos a la salida del Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde acaba de participar en un panel sobre el aniversario 70 de la entrada de Fidel Castro al centro de altos estudios, y después de tomarse decenas de fotos con los estudiantes, con la mayor paciencia del mundo, se dispone a seguir con su itinerario del día.
Desde su llegada a Cuba hemos hablado por teléfono en varias ocasiones para concretar la entrevista que pactamos por correspondencia, cuando él estaba preso en California. Y desde entonces he alimentado la idea de dialogar con el Héroe, pero sus compromisos desde que llegó a Cuba lo han impedido.