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El balcón desde el que Fidel vio el mar por vez primera

 

Por Portal Cuba.cu

Hay una casita y un angosto balcón en Santiago de Cuba que guardan un bello pasaje de la infancia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Hasta hace algún tiempo muy pocos sabían de su existencia, y del entrañable afecto del líder por el lugar desde donde, dijo, vio por primera vez el mar.

Josefina Romero Fernández, museóloga del lugar, comentó a este diario que fue al intelectual Frei Betto a quien por primera vez le confesó el Comandante que aquel espacio de la oscura casita de tablas marcada con el número 6 en la popular Loma del Intendente, en el barrio del Tívoli, se volvió el mirador de un niño de seis años que recién comenzaba a ver el mundo fuera de su natal Birán.

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La historia que nos regresa a Birán

Birán
Foto: Estudios Revolución

Tomado de Granma

Birán fue el punto de partida. A Birán volvió este martes el General de Ejército Raúl Castro Ruz junto a otros familiares para depositar las cenizas de sus hermanos Angelita y Ramón, en el panteón que se yergue a la sombra de los mismos árboles donde comenzara a escribirse la historia del Comandante en Jefe de la Revolución cubana.

«Angelita, la mayor de las hembras y la mayor de todos, fue hija fiel y amorosa de sus padres; Ramón, fue el único llamado a conservarse como el guardián de la tierra hasta el final de sus días», así resume el Doctor Eusebio Leal Spengler la vida de estos hermanos durante la solemne ceremonia de inhumación.

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El cumpleaños

fidel 3Tomado de: Bohemia

Mañana cumpliré 90 años. Nací en un territorio llamado Birán, en la región oriental de Cuba. Con ese nombre se le conoce, aunque nunca haya aparecido en un mapa. Dado su buen comportamiento era conocido por amigos cercanos y, desde luego, por una plaza de representantes políticos e inspectores que se veían en torno a cualquier actividad comercial o productiva propias de los países neocolonizados del mundo.

En una ocasión acompañé a mi padre a Pinares de Mayarí. Yo tenía entonces ocho o nueve años. ¡Cómo le gustaba conversar cuando salía de la casa de Birán! Allí era el dueño de las tierras donde se plantaba caña, pastos y otros cultivos de la agricultura. Pero en los Pinares de Mayarí no era dueño, sino arrendatario, como muchos españoles, que fueron dueños de un continente en virtud de los derechos concedidos por una Bula Papal, de cuya existencia no conocía ninguno de los pueblos y seres humanos de este continente. Los conocimientos trasmitidos eran ya en gran parte tesoros de la humanidad.

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