Por Armando Sáez Chávez
No solo el girasol vuelve su faz al astro rey. Otra flor, no tan conocida, realiza similar vuelta mientras dura la luz del día. Se trata de una planta conocida por achicoria, cuyas características botánicas son la de una herbácea perenne de la familia de las asteráceas, y procede originariamente del Viejo Mundo, donde se reproduce de manera silvestre.
La achicoria se puede considerar una verdura con efectos aperitivos y tonificantes sobre el estómago y las funciones digestivas, debido a varios de sus componentes.
Por una parte, la inulina, es un hidrato de carbono abundante en las hojas y en la raíz que estimula el apetito y favorece la digestión. Además, las hojas contienen intibina, una sustancia que confiere el sabor amargo en mayor o menor proporción a todas las variedades.
El compuesto anterior se usa con fines medicinales por su efecto colagogo, es decir, facilita el vaciamiento de la vesícula biliar, y en consecuencia mejora la digestión de los alimentos. Por ello, el consumo de achicoria conviene a las personas que padecen tanto de ese trastorno como del hígado perezoso, dispepsia.