La guerra mediática contra la Revolución cubana es tal que no hay tema que se escape con tal de conformar una imagen diabólica, precio que debe pagar la Mayor de las Antillas por enfrentarse al imperio más poderoso y despiadado de la historia, los Estados Unidos de América.
A Cuba no le perdonan su rebeldía y el propósito de defender a ultranza su independencia y soberanía, frente al país que siempre soñó con sumarla a sus estrellas, deseos expresados en 1805 por el presidente Thomas Jefferson, al embajador del Reino Unido de Gran Bretaña, a quien planteó: “En caso de una guerra con España, Estados Unidos se apoderará de Cuba por razones estratégicas, relacionadas con la defensa de su territorio”.