
Por: Dr. Alberto Quirantes Hernández
La obesidad junto con la diabetes tipo 2 se erigen como las grandes epidemias con las que habrá que luchar en el futuro. Además, la obesidad es uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en los países desarrollados por delante del cáncer, incluido el nuestro. En estos momentos el futuro es inquietante frente a un problema en constante crecimiento pues en caso de mantenerse las tendencias actuales, para el año 2045 la tasa de obesidad global mundial alcanzará el 22 por ciento, un 8 por ciento más que en 2017.
Según los cálculos de la investigación que lo refleja, tambiénse se espera que para el mismo año, la diabetes tipo 2 afectará al 12 por ciento de la población mundial, un 3 por ciento más que ahora. El mundo tiene que hacerle frente a un enorme desafío en la salud pública por la cantidad de personas que son obesas o tienen diabetes tipo 2, o por ambas cosas a la vez. Además de los retos médicos que las personas afectadas deberán enfrentar, los costos para los sistemas de salud de los países serán enormes y pesados de afrontar, salvo que la prevención de la obesidad se intensifique significativamente con el desarrollo de programas globales eficaces para reducir esta enfermedad y ofrecer las mejores formas para ir frenando o estabilizando la prevalencia creciente e insostenible de este tipo de diabetes.
Por eso es necesario empezar a trabajar ahora para lograr invertir estas tendencias. Así, resulta necesario que para conseguir que la diabetes tipo 2 no supere el 10 por ciento en el año 2045, será necesario que el porcentaje de obesidad sea disminuido desde el 14 por ciento actual al 10 por ciento adaptados a la realidad de cada país; cada uno de ellos trabajando en la mejor estrategia para su población.
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