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Cuba, la obsesión eterna
Por Arthur González/El Heraldo Cubano
Desde antes del triunfo de la Revolución cubana, ya los políticos de Estados Unidos estaban preocupados ante la inminente caída de la dictadura de Fulgencio Batista, apoyada y sostenida con financiamiento, inversiones, entrega de armamentos, asesoramiento en el combate contra el comunismo y enseñanza de métodos de tortura, más el entrenamiento militar a su ejército en las principales academias yanquis.
Al asumir el poder Fidel Castro, Estados Unidos entró en pánico, porque nacía un estado que se declaraba independiente, a solo 90 millas de sus costas, algo insólito para quienes siempre habían campeado a su gusto en Cuba y en toda América Latina.