Nota editorial: Desde los primeros meses del año pasado, esta tribuna realizaba un paneo sobre las graves consecuencias que han traído consigo las intervenciones militares con fines supuestamente humanitarios. Ahora que la oposición venezolana, articulada bajo la tutela absoluta de Washington, dibuja un nuevo “Día D” (el 23 de febrero) para ingresar la “ayuda humanitaria”, conviene refrescar la memoria y buscar en ejemplos históricos recientes las tragedias sociales que ha dejado a su paso este método de cambio de régimen. Pero sobre todo, y de ahí la vigencia e interés de republicar esta investigación, se hace necesario insistir en los personajes y agendas que han promovido, desde hace algún tiempo, que sobre Venezuela se cierne una amenaza creíble de intervención militar. Sin más preámbulo, recordemos.
El siglo XXI fue inaugurado por un nuevo mecanismo de intervención y guerra contra naciones soberanas promovido por el alto mando oficial del Pentágono y sus “socios” europeos de la OTAN. Se trata de la “intervención humanitaria”, una herramienta geopolítica usada en algunas regiones del mundo en el marco de la estrategia conceptualizada por asesores militares de inteligencia como Thomas Barnett y apoyado en la burocracia estadounidense de la mano del almirante retirado Arthur K. Cebrowski.