A raíz de unas «relaciones diplométricas» La Demajagua o New York.

relaciones Cuba USAA. Fernández Verdut

Recuerdo hace un tiempo que leí una crónica de Gabriel García Márquez titulada «Estas navidades siniestras», la cual comenzaba con una categórica afirmación que nunca he olvidado: Ya nadie se acuerda de Dios en navidad.

El autor de Cien años de soledad, mediante un lenguaje simple y contundentemente revelador, hacía entender al final de la lectura, que de alguna manera definitiva y entre tantas guirnaldas y pavos inocentes degollados, el niño Jesús no había nacido en Belén, como cuenta la Biblia, sino en los Estados Unidos.

En vísperas de la visita del presidente Barack Obama a Cuba, no quisiera que muchos ciudadanos en el mundo, incluyendo los cubanos a raíz del restablecimiento de las relaciones entre ambos países, ahora vean y se crean la nueva película de que el gobierno de los EE.UU. ha querido siempre el bienestar del pueblo cubano y mucho menos que como consecuencia de la desmemoria no sólo sean unas navidades siniestras- parafraseando a Márquez-, sino la pérdida de los que somos y representamos. Repetir la historia a estas alturas, nos costaría mucho más que el arrepentimiento.

Creo haber escuchado la frase que dice: …no podemos pecar de ingenuos en un mundo en que toda habilidad es poca… Si EE.UU. accede ahora al restablecimiento de las relaciones diplomáticas, está claro que lo hace tomando a consideración algunas variables, incluyendo el reconocimiento mundial ganado por Cuba durante todos estos años de Revolución; el rechazo mundial a la aplicación de un genocida Bloqueo económico-comercial y financiero contra nuestro pueblo; y porque se dieron cuenta de que con Cuba hay que contar.

Nunca mejor ahora, que se abren nuevas perspectivas en el ámbito de las negociaciones para hacer la competencia capitalista al resto de los países y demostrar su hegemonía, además de la oportunidad que se crea para penetrar así, en la conciencia del pueblo cubano, a través de un cambio de táctica que responde a los mismos objetivos.

Seamos realistas y miremos con sentido crítico lo que sucede en el resto de Latinoamérica. Cuba no es la excepción de la regla (refiriéndome a sus inetereses). Quieren «comprarnos y vendernos», como están habituados a hacer, a través de sus más genuinas intenciones de hacernos modificar nuestro sistema social para darle paso a todas las «bondades» del capitalismo (no creo que existan muchas), comprometiendo nuestras conquistas en las esferas de educación, salud, tranquilidad ciudadana, bienestar social y otros asuntos vitales que como es lógico, definen la esencia y el rumbo de un país.

Quieren enseñarnos cuánto vale la democracia y cómo asumir el símbolo de la prepotencia y la supremacía, a cómo probar el sueño americano hasta que renunciemos a nosotros mismos para convertir en polvo nuestra identidad.

Sobre la base de una simetría con aquella crónica de Gabriel García Márquez, que leí hace un tiempo, y visualizando el presente y el futuro que nos cobija, debemos estar bien claros y definidos en estas «relaciones diplométricas». No vaya a ser que a la luz de los nuevos horizontes que se abren, lleguemos a creer que Carlos Manuel de Céspedes le dió la libertad a los esclavos en New York y no en el ingenio La Demajagua, como bien recogen nuestros libros de historia.

Publicado el 16/03/2016 en Cuba, EE.UU., Obama en Cuba y etiquetado en , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 6 comentarios.

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